Cine danés

Cine danés. Pasado, presente, futuro

El público local siempre apoyó al cine nacional. Pero a nivel internacional, Dinamarca ha sido un centro de atención cinematográfica en dos ocasiones. La primera vez fue con el imperio de Nordisk Film a principios del Siglo XX. La segunda ocurrió en los años 90, con el éxito de los miembros de la hermandad de Dogma. Lo que fue y lo que vendrá.


Nota escrita en 2008 por Jacob Ludvigsen y actualizada en 2020 por Ella Navarro


En Dinamarca, el cine como arte comenzó a desarrollarse modestamente a principios del Siglo XX: como también sucedió en la primera infancia del formato en el resto del mundo, en sus orígenes se consideraba puro entretenimiento. La primera película la hizo Peter Elfelt en 1897 y se llamó Kørsel med grønlandske hunde. ¿De qué trataba? ¡Un paseo de cincuenta segundos que mostraba un trineo arrastrado por perros! Poco después, el pionero Ole Olsen convirtió al país en una autoridad de primer rango a nivel internacional, cuando en 1906 fundó Nordisk Film.

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Peter Elfelt / Ole Olsen (fundador Nordisk Film) / Urban Gad / Asta Nielsen

La productora, que actualmente es una de las compañías en actividad más antiguas del mundo, marcó al medio local desde su nacimiento, especialmente gracias a sus cintas que se basaban en relatos sobre temas más trascendentales. Así fue como, en los años 10, Dinamarca vivió su primera Edad de Oro. Nordisk Film apostó por producciones caras, que fueron exportadas con gran éxito a Alemania; el mejor ejemplo es la película socialmente concienciada (y novedosamente erótica) de Urban Gad, Afgrunden (The Abyss), en la que actuaba la futura estrella mundial Asta Nielsen en el papel de seductora protagonista.

 

El impacto de la guerra
Pero esta fase de dominio se detuvo en seco cuando la Primera Guerra Mundial frenó las exportaciones. Aunque si bien la posguerra fue dura en sus momentos más álgidos, también es cierto que los pocos nombres que se destacaban estaban entre los mejores de la historia. Benjamin Christensen debutó en 1914 con Det hemmelighedsfulde X (El secreto de la X misteriosa), y fue el primer auténtico artista del cine danés. Su cinta Häxan (La brujería a través de los tiempos), de 1922, es un filme sobre la caza de brujas que pasó a la historia como un hito de su época; una década que, por lo demás, también se recuerda por las divertidas comedias de la dispar pareja Fy y Bi.

El otro nombre importante que se hizo notar en los años 20 fue el de Carl Th. Dreyer, el director danés más importante de todos los tiempos. Dreyer, que cultivaba de forma perfeccionista un lenguaje formal escrupulosamente estético, fue a lo largo de toda su carrera un solitario sin ninguna relación con el resto de las tendencias cinematográficas. Sin embargo, a partir de aquel momento, cada trabajo suyo marcó a fuego la década en la que fue estrenado: La passion de Jeanne d’Arc (La pasión de Juana de Arco) en los años 20, Vampyr en los 30, Vredens Dag (Dies Irae) en los 40, Ordet (La palabra) en los 50 y, finalmente, Gertrud en los 60.

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Benjamin Christensen / Carl Th. Dreyer / Marguerite Viby / Poul Henningsen

Mientras la depresión arrasaba en todo el mundo, en los años 30 el cine danés encontró rápidamente su quehacer principal: lograr que la gente pensara en otra cosa, al menos para distraerse un poco de su cruda existencia. La necesidad de huir de la realidad iba de la mano del deseo de los realizadores de jugar con las posibilidades del nuevo cine sonoro; y las películas de aquella década se caracterizaron por la abundancia de canciones y bailes en divertidas farsas aptas para todo público, con Ib Schønberg y Marguerite Viby como artistas favoritos del público. No obstante, la mayor contribución artística de los años 30 llegó de un frente inesperado: el documental Danmarksfilmen (1935), realizado por la legendaria personalidad del mundo de la cultura Poul Henningsen, que recibió fuertes críticas por la imagen quebrada y personal que proyectaba del país.

 

Los años 40
Cuando Alemania invadió Dinamarca en 1940, continuaron produciéndose comedias de evasión hasta que apareció una competencia más seria: dramas realistas y películas policíacas como Afsporet (1942), de Bodil Ipsen y Lau Lauritzen; o Mordets melodi (Murder Melody) (1944), de Ipsen. Ambas estaban inspiradas tanto por el tono sombrío del realismo poético francés como por el cine negro americano contemporáneo.

Situaciones como la guerra y la resistencia danesa a la ocupación dejaron huellas más directas en la pantalla grande. En 1944, Hagen Hasselbach realizó el corto alegórico Kornet er i fare! (1944), que esquivó elegantemente la censura haciendo creer que se trataba de… ¡una invasión de gorgojos! Los agentes de la resistencia se jugaban la vida filmando acciones de sabotaje, las mismas que Theodor Christensen utilizó para hacer una película compilatoria sobresaliente, Det gælder din frihed (1946), un filme político que criticaba al gobierno de manera directa.

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Bodil Ipsen / Theodor Christensen / Lau Lauritzen / Johan Jacobsen

Tras la liberación llegó una oleada menor de obras que reflexionaban sobre la Segunda Guerra Mundial y el movimiento de resistencia; una de las más importantes fue De røde enge (La tierra será roja) (1945), de Lau Lauritzen y Bodil Ibsen. Al mismo tiempo, floreció una breve tendencia al realismo de fuerte carga poética, con películas como el magnífico drama fatalista Soldaten og Jenny (1946), de Johan Jacobsen, o la audaz Ditte Menneskebarn (Ditte, Child Of Man) (1947), de Bjarne Henning-Jensen.

De cualquier modo, aquellos compases prometedores pronto comenzaron a menguar, y así fue que en los años 50 volvió a instalarse una predominancia de entrañables películas familiares, de la mano de dos series de películas de éxito formidable: Morten Korch, centrada en una sociedad rural anacrónica, y Far til fire, que relataba la vida de una familia en un barrio suburbano. Por aquella época, para encontrar alguna clase de auténtica originalidad  había que volverse, cuándo no, hacia la obra maestra de Dreyer, Ordet; o al controvertido drama erótico En fremmed banker på (1959), de Johan Jacobsen.

 

Llega la rebeldía
A partir de comienzos de los años 60, nuevas olas rebeldes de realizadores concienciados comenzaron a brotar por toda Europa. La eclosión vino anunciada por dos parejas de directores-guionistas: Bent Christensen y Leif Panduro contribuyeron sobre todo con la farsa alegórica de la guerra fría Naboerne (1966); Palle Kjærulff-Schmidt y Klaus Rifbjerg sorprendieron con Weekend (1962), la primera película nacional que reflexionaba sobre el vacío de la juventud y sus juegos eróticos. Pero los vástagos artísticos más memorables, ambos barnizados por una poesía cautivadora, llegaron a través de los lentes de Sven y Lene Grønlykke con su Balladen om Carl-Henning (Ballad Of Carl-Henning) (1969), y con el clásico Sult (Hambre) (1966), de Henning Carlsen.

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Palle Kjærulff-Schmidt / Lene y Sven Grønlykke / Henning Carlsen / Jørgen Leth

Otro de los hitos absolutos de los años 60 tuvo un carácter institucional. La «ley de cine» de 1964 estableció que la escena debía recibir apoyo del Estado, para enseguida edificar las bases tanto de la Escuela de Cine de Dinamarca como del Instituto Danés de Cine. El Instituto se convirtió rápidamente en un espacio fundamental para el desarrollo de la industria, y poco después de su nacimiento entró en vigor la reglamentación de asesores, que obligaba a crear una alternativa a las películas hechas con miras comerciales –incluso hoy, el Instituto sigue jugando un rol fundamental.

El nuevo sistema de ayudas dejó una huella inmediata en las películas de los años 70, que se polarizaron entre productos comerciales y cintas subvencionadas de realizadores con una visión artística. En este último grupo se destacaron los vanguardistas Jytte Rex y el objeto de culto Jørgen Leth, que desde entonces han sido considerados verdaderos outsiders. Entre los filmes comerciales se incluye la serie inusualmente divertida de Erik Balling sobre la Olsen-banden, que comenzó en 1968. Pero el cimbronazo llegó cuando una industria bastante más mediocre despertó la atención internacional: el cine porno. En 1969 se abolió la censura para adultos y la ley contra las imágenes pornográficas, un hecho que trajo como resultado una serie de filmes que iban desde las películas subidas de tono, como las atrevidas comedias populares de la Palladium, hasta cintas de porno a secas.

 

El estancamiento de los 80
Durante los años 80, el mundo del cine se encontraba en un estancamiento desalentador: ni siquiera las películas con posibilidades comerciales lograban salir adelante sin la ayuda estatal.
Aun así, de pronto Dinamarca se encontró con dos premios Oscar gracias a un par de versiones cinematográficas de obras literarias de gran calidad: la magnífica Pelle erobren (Pelle, el conquistador) (1987), de Bille August; y la formalmente más convencional Babettes Gæstebud (El festín de Babette) (1987), de Gabriel Axel. Sin embargo, la tendencia más importante de la década la constituye una colección de películas infantiles y juveniles.

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Bille August / Nils Malmros / Ole Bornedal / Lars von Trier

La producción local encontró en estos géneros una alternativa noble frente a la simple emulación de la narrativa fílmica norteamericana, con retratos psicológicos sensitivos –y con frecuencia muy divertidos– del ambiente cotidiano nacional. El mejor filme en esa tradición tal vez sea el fantasioso y humanista Gummi-Tarzan (Tarzan de goma) (1981), de Søren Kragh-Jacobsen; pero los realizadores de más peso fueron Bille August y Nils Malmros, que irrumpieron con una sucesión de películas personales y conmovedoramente realistas.
Mientras el cine infantil y juvenil se mantenía con una fuerza propia, el cine para adultos atravesaba una crisis absoluta. Lo que nadie imaginaba es lo que sucedería a continuación.

El presagio de que se acercaba una nueva eclosión fue la película de suspense de Ole Bornedal, Nattevagten (El vigilante nocturno) (1994), que para sorpresa de todos demostró que la industria local podía competir con la estadounidense, incluso según las premisas de Hollywood. En 1996, Nicolas Winding Refn pidió la palabra con Pusher, un filme sobre gangsters de alta costura que puso de moda al cine danés. Pero la verdadera revolución terminó de concretarse con las reglas del Dogma de Lars von Trier. Tanto con Dogma como con la teleserie Riget (El reino), el niño prodigio Trier pasó de ser un vanguardista obsesionado con la estética a convertirse en un nombre de enorme importancia. Fundó, junto con Peter Aalbæk Jensen, la productora Zentropa, que tiene una gran influencia en el desarrollo de la cinematografía nacional. En 2000, Trier ganó la Palma de Oro de Cannes con Dancer In The Dark (Bailar en la oscuridad).

 

La llegada de Dogma
Sin duda, Dogma marcó el comienzo de un período excepcionalmente intenso, con un amplio espectro de obras que van desde el cine comercial modernizado hasta formas narrativas más experimentales. Susanne Bier y Per Fly han logrado proporcionar el impacto de su obra para adquirir un lugar central: están entre los primeros directores que son accesibles tanto a la crítica como al público en general. El éxito de Bier hizo que solicitaran sus servicios desde Hollywood; y la autodenominada trilogía de clase de Fly –Bænken (The Bench), Arven (Inheritance) y Drabet– causó gran sensación.

De pronto, el cine danés lograba combinar el tono definido por lo local con un apoyo internacional importante, en parte desarrollando y en parte distanciándose de los géneros favoritos de siempre: el realismo humanista y la comedia popular. A nivel institucional, el Instituto Danés de Cine, con su director Henning Camre a la cabeza, tuvo una participación importante en aquella renovación; en el campo artístico, también los dos guionistas predominantes, Kim Fupz Aakesen y Anders Thomas Jensen, deberían llevarse una parte considerable del honor. Finalmente, actores y actrices como Mads Mikkelsen, Anders W. Berthelsen, Nikolai Lie Kaas, Paprika Steen, Ulrich Thomsen y Sofie Gråbøl se convirtieron en estrellas establecidas.

 

Nuevo siglo y repercusión internacional
En los primeros años del nuevo siglo, el cine danés no atrae sobre sí la misma atención en festivales o en reparto de premios que años atrás. Pero quizás también sea justo decir que en esa época encontró su lugar natural después de unos años increíblemente buenos; de cualquier manera, la diversidad de las películas continuaba intacta. Nombres consagrados como Erik Clausen, Lotte Svendsen y Lone Scherfig –así como los ya mencionados Fly, Jensen, Bier, Kragh-Jacobsen, Bornedal y Malmros– seguían dando muestras de su creatividad artística, mientras todos esperaban que tanto Vinterberg, Winding Refn y sobre todo Trier volviesen a su mejor forma.

Además, aparece un grupo de nuevos realizadores que ha conseguido combinar calidad cinematográfica y apoyo popular: Ole Christian Madsen, más que nada con el exitoso Flammen & Citronen; Niels-Arden Oplev, que ha captado perfectamente el espíritu de la época con los potentes dramas Drømmen (We Shall Overcome) y To verdener (Worlds Apart); Nikolaj Arcel, que con el espléndido thriller político Kongekabale (King’s Game) ha popularizado el hecho de hacer películas de género inspiradas en Hollywood; y Peter Schønau Fog, quien ha sido alabado por su tragicómico drama de incesto Kunsten at græde i kor (The Art Of Crying).

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Susanne Bier / Erik Clausen / Lotte Svendsen / Lone Scherfig

Para algunos, en este momento es difícil detectar entre los nombres noveles al próximo heredero de Trier, pero empieza a despuntar una serie de jóvenes experimentales que merecen la atención. Uno de ellos es Christoffer Boe, que con Reconstruction fue proclamado el mayor nuevo talento del cine danés, aunque después haya tenido problemas para estar a la altura de las enormes expectativas que había generado. También están Simon Staho (Bang Bang Orangutang, Himlens hjerte), que hace películas sin concesiones, desalentadoras y profundamente fascinantes; Dagur Kári, quien ha demostrado un gran potencial con Voksne mennesker (Dark Horse), una divertida cinta inspirada en la nueva ola; y Pernille Fischer Christensen, que ganó un Oso de Plata en Berlín con la pieza de alcoba En soap (Enjabonado), aunque más adelante defraudó un poco con Dansen (Dancers).

Resumiendo, en los últimos años, el cine danés ha obtenido gran reconocimiento a nivel mundial, con varias nominaciones en los Oscar y galardones en diversos festivales de prestigio, que llevó a varios de sus directores y guionistas a trabajar más cerca de Hollywood. De esta manera, muchos directores se internacionalizaron y han logrado dejar su huella danesa por el mundo con distintas cintas locales y también a través de producciones conocidas como «euro-pudding», cintas coproducidas por distintos países rodadas en inglés y con escasa coherencia artística.

Así, Lone Scherfig que tuvo gran éxito en el año 2000 con su comedia Italiensk for begyndere (Italiano para principiantes), se ha dedicado a dirigir mayoritariamente películas en inglés como One Day y An Education. Susanne Bier siguió creando obras de gran aceptación como Brødre y Efter brylluppet (Después de la boda), que fueron muy bien recibidas por el público internacional. En 2010 estrenó Hævnen (En un mundo mejor), un excelente filme que cuestiona la moral y el perdón, rodada entre Dinamarca y África, con el que obtuvo el tan esperado Oscar a Mejor Película de habla no inglesa, poniendo a Bier una vez más en la mira de Hollywood.

De esa manera llegaron películas más comerciales y taquilleras como Love Is All You Need, una comedia romántica danesa-italiana-inglesa con Pierce Brosnan y Trine Dyrholm –la actriz top danesa–; Serena, con Jennifer Lawrence y Bradley Cooper, y el éxito BirdBox para Netflix con Sandra Bullock, demostrando la repercusión del talento de la directora danesa en América. En 2020, Bier se encuentra dirigiendo The Undoing, miniserie para HBO protagonizada por Nicole Kidman.

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Christoffer Boe / Simon Staho / Dagur Kári / Pernille Fischer Christensen

En 2009 se dio a conocer como promesa del cine danés el guionista y director Martin Zandvliet. Su ópera prima, Applaus (Aplausos), marcó una ola refrescante en el cine escandinavo. El filme, que  marca el regreso a la escena de la actriz Paprika Steen después de varios años de ausencia, trata sobre la adicción y lo difícil que resulta superarla. En 2015, Zandvliet ve reconocido su talento con la nominación para los Oscar de su filme Under Sandet (Bajo la arena), que cuenta la liberación de Dinamarca tras la ocupación alemana al finalizar la Segunda Guerra Mundial.

Por su parte, Nikolaj Arcel, que con el espléndido thriller político Kongekabale (King’s Game) popularizó el hecho de hacer películas de género inspiradas en Hollywood, en 2012 estrenó A Royal Affair, filme seleccionado para los Oscar que le llevó a vivir y dirigir en Hollywood películas de éxito de taquilla como The Dark Tower, en 2017, basada en la serie de novelas escrita por Stephen King.

Por otro lado, Thomas Vinterberg con Submarino (2010) y Jagten (2012) –ganadora de tres premios en el Festival de Cannes y protagonizada por Mads Mikkelsen–, trae a la mesa problemas sociales con un fuerte realismo, que aunque sean hechos sucedidos en Dinamarca trata temas reconocibles internacionalmente. Su más reciente película es Kollektivet (La comuna), que, estrenada en 2016, muestra el estilo de vida danés que sigue prevaleciendo, donde varias personas viven en una comunidad. Tobias Lindholm, que coescribió estos dramas con Vinterberg, se puso el rol de director en 2015 con Krigen (Una guerra), filme con el que obtuvo la nominación para los Oscar.

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Martin Zandvliet / Nikolaj Arcel / Thomas Vinterberg / Tobias Lindholm

Por estos años, Lars von Trier estrenó tres películas que conforman su trilogía sobre la depresión –fraguada durante una depresión sufrida por él mismo–: Anticristo (2009), Melancolía (2011), Nymphomaniac (2013). Protagonizadas todas por Charlotte Gainsbourg, tratan sobre personajes que sufren dolor y depresión y dan forma a un verdadero ensayo turbio sobre los rincones de la psique humana. Todo ello mostrado con la libertad de expresión característica y tradicional de la vida sociocultural danesa.

Su siguiente filme, sobre un asesino en serie protagonizado por Matt Dillon, sería The House That Jack Built (La casa de Jack), estrenado en 2018. El director danés, popularmente conocido por sus filmes explícitos y provocativos, no pasó desapercibido en el Festival de Cannes con su nueva obra, ya que parte del público asistente se retiró de la sala durante la proyección por la escenas violentas. No obstante, al terminar el pase, recibió una ovación de unos diez minutos. Es evidente que por más gore que puedan resultar sus películas, siempre se le ha respetado como cineasta.

 

La actualidad

Hoy en día, el cine danés ha logrado una importante apertura internacional gracias a la globalización y también a las plataformas de streaming que multiplican audiencias en todo el mundo. Además, se ha vuelto tendencia hacer comedias para mostrar el estilo de humor danés, que hay que aclarar que sí existe. Algunos ejemplos son Ditte & Louise, Mænd & høns, y la más reciente Jagtsæson con la actriz Mille Dinesen, popularmente reconocida por su papel protagonista en la exitosa serie Rita.

Pero el cine danés sigue avanzando y el objetivo de los próximos años es fomentar aún más películas sobre la cultura y la diversidad que se vive en Dinamarca. Todo con el apoyo del Instituto Danés de Cine como demuestra la declaración de Claus Ladegaard, director de la institución: «El significado cultural no se puede expresar en una fórmula. Es algo dinámico que evoluciona en sintonía con los tiempos. Pensar lo que las películas danesas significan para nuestras vidas nos inspirará a que resulten relevantes».

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René Frelle Petersen / Ulaa Salim

Esto además de fomentar nuevos talentos. En 2019 la mayoría de los estrenos locales fueron de directores con uno o dos largometrajes en su haber. Entre ellos vale la pena destacar Onkel (Unkle), de René Frelle Petersen, galardonado en su estreno mundial en el Festival de Cine de Tokio, y la provocadora Danmarks Sønner (Hijos de la ultraderecha) del danés de ascendencia iraquí, Ulaa Salim.

En definitiva, en la actualidad el cine danés  se encuentra en una transformación y evolución constante, en la que conviven los éxitos comerciales con producciones que cuentan con el valor de abrirse a ideas nuevas más alternativas o menos convencionales. Mientras tanto, estará siempre latente el que se produzca una nueva Edad de Oro que despierte, otra vez, ecos por todo el mundo.

 


Jacob Ludvigsen es periodista especializado en cine. Escribió en la revista danesa Ekko.
Ella Navarro es periodista y contadora de historias, una uruguaya que se enamoró de la ciudad de Copenhague en 2015 y nunca más se bajó de la bicicleta. Hoy en día escribe para distintos medios en inglés y español, sobre Dinamarca y su país natal. Es Licenciada en Comunicación de la Universidad de Montevideo y tiene un Master en Periodismo a través de un programa conjunto de la Universidad de Aarhus y City University of London.


Este texto es parte del informe ¿Qué pasa en Dinamarca?