Todos escuchamos alguna vez hablar de sus preciosos fiordos, de la belleza de su naturaleza extrema y de sus pintorescas ciudades. También son mundialmente conocidos el pintor Edvard Munch y su archifamoso Grito; los libros de Bjørnstjerne Bjørnson, Sigrid Undset, Dag Solstad y Karl Ove Knausgård, entre muchos otros; el dramaturgo Henrik Ibsen y el cine de Anja Breien o Joachim Trier. A-ha y Röyksopp son referentes de la historia del pop-rock internacional; la serie Skam se convirtió en un fenómeno global; el diseño y la arquitectura del país son señas de identidad reconocidas mundialmente, y la innovación y las energías renovables son apuestas inequívocas. Así es que quisimos indagar un poco más para saber qué había más allá de todo esto que ya sabemos. Y nos encontramos con mucho y bueno para contar. Por eso aquí presentamos ¿Qué pasa en Noruega?, un exhaustivo reportaje que pretende dar a conocer lo que acontece actualmente en uno de los países más igualitarios y justos del mundo.
Durante siglos, los noruegos fueron un modesto pueblo de agricultores y pescadores, sin una clase noble poderosa ni una sólida burguesía urbana. Nunca hubo grandes latifundios ni una gran clase alta. Tal vez por eso, la sociedad y la identidad noruega están arraigadas en un ideal que hace que su nación sea una de las más igualitarias del mundo y con los niveles más bajos de corrupción.
Noruega pasó de ser un país pobre a convertirse en una potencia económica en pocas décadas. Se podría pensar que con petróleo –en el país se descubrieron los primeros yacimientos en el Mar del Norte hace cincuenta años–, es muy fácil ser rico. Pero detrás de la lotería de haber encontrado oro negro hay otros motivos que hacen que Noruega sea como es y haya administrado su riqueza natural de la manera que lo ha hecho. El principal, probablemente, sea que se conformó una sociedad justa y con valores que empezó a forjar su estado del bienestar en los albores del Siglo XX.
Se podría decir que los noruegos, si bien poseen un producto interno bruto (PIB) per cápita superior al de los Estados Unidos y su sistema de pensiones es el más igualitario de Europa, no han perdido nunca la memoria de los tiempos difíciles de su historia. Por eso conservan sus costumbres austeras, incorporadas durante décadas a fuerza de privaciones y pobreza, y el lujo y la ostentación no están bien vistos.
Así, una nación joven de poco más de cien años, y una de las menos pobladas del planeta con unos cinco millones de habitantes, es hoy en día una de las naciones más igualitarias del planeta –está considerado el segundo país del mundo en cuanto a igualdad de género–; casi sin desempleo, con los niveles más bajos de corrupción y los más altos en transparencia. Además ofrece, según el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, la mejor calidad de vida del planeta, y según el Informe Mundial sobre la Felicidad, es el segundo país más feliz del mundo, basándose para ello en factores como la esperanza de vida, la asistencia social y la ausencia de corrupción.
Leyendo todo esto es sencillo entender por qué sus habitantes tienen un alto grado de confianza en el sistema político y en el buen funcionamiento de la democracia. Todo admirable y un tanto utópico, hay que decirlo, visto desde los países latinos. Aunque, ojo, no todo iba a ser color de rosa: en invierno hace frío y se ve poco el sol… argumento que a veces puede servir para no sentirnos tan desdichados en otras partes del mundo.
Lo dicho hasta aquí hace evidente que Noruega consiguió logros muy valiosos para sus habitantes. Y todo esto revierte, cómo no, en la educación y también en la cultura. Por eso no es de extrañar que en el país nórdico haya una ebullición permanente de artistas y creadores, incentivados por una sociedad que los contiene. Les invitamos a comprobarlo leyendo ¿Qué pasa en Noruega?, reportaje exclusivo donde se habla de música, literatura, cine, series de TV, arte contemporáneo, diseño, arquitectura, turismo y sociedad, para poner la actualidad noruega al alcance de todos los lectores.
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La realización de este dossier ha sido posible gracias a la colaboración de la Embajada de Noruega en España.