Edvard Munch
Edvard Munch. Foto: Nasjonalbiblioteket

La huella esencial de Edvard Munch

Cuando hablamos de arte y Noruega, el primer nombre que nos viene a la cabeza es, sin duda, el de Edvard Munch. La importancia de su figura no se limita a la influencia que ha tenido para los artistas del mundo escandinavo. Munch fue uno de los artífices de la ruptura que en el arte occidental dio inicio a la modernidad. Con su pintura no solo rompió con las convenciones propias del arte de finales del Siglo XIX, sino que criticó la moral decadente que imperaba en ese momento. Su legado sigue vivo hoy en día, su figura sigue siendo admirada en todo el mundo y sus obras, de las más cotizadas del mercado del arte, son visitadas por millones de personas.

 

VIDA Y OBRA

Edvard Munch nació en 1863 en Løten, un pueblo situado en el sureste de Noruega, pero a los tres años su familia se trasladó a Oslo. Tras la muerte de su madre y de su hermana, la relación de Edvard con su padre, un hombre profundamente religioso, fue bastante conflictiva, y sin duda influyó en el desarrollo de su obra pictórica. Aunque en un principio empezó la carrera de ingeniería, pronto comenzó a estudiar pintura en el taller de Christian Krohg, cuya obra se enmarca dentro de la tendencia naturalista. De hecho, las primeras obras de Munch están claramente influenciadas por este estilo y por la tradición del paisajismo romántico, movimiento que tuvo un gran protagonismo en la pintura nórdica hasta pasada la primera mitad del Siglo XIX.

Las influencias que adquirió después de sus viajes a París, unidas al influjo del contexto literario noruego del momento y a su estado vital y psicológico, le llevaron a construir su propio lenguaje artístico. En 1885, cuando viajó por primera vez a la capital francesa, conoció la obra de Gauguin, que lo influyó poderosamente, sobre todo en lo que al uso del grabado se refiere. En 1889 viaja por segunda vez a París y conoce a Seurat, Van Gogh y Toulouse-Lautrec.

 

«Mientras que los impresionistas buscan revelar la “verdad” del mundo exterior en el cuadro, Munch utiliza su pintura para buscar la verdad del mundo interior, de la psicología individual y colectiva frente a la hipocresía y el conformismo imperantes»

 

Su contacto con el impresionismo provoca finalmente una reacción antinaturalista en su obra: mientras que los impresionistas buscan revelar la «verdad» del mundo exterior en el cuadro, Munch utiliza su pintura para buscar la verdad del mundo interior, de la psicología individual y colectiva frente a la hipocresía y el conformismo imperantes. Este sentimiento trágico de la vida unido a la crítica a la moral convencional, la sociedad y a los prejuicios burgueses lo compartirá con dos de los grandes nombres de la literatura escandinava: su compatriota Henrik Ibsen y el sueco August Strindberg, así como con el existencialismo del filósofo danés Søren Kierkegaard.

La visión trágica de la existencia y el concepto melancólico sobre el hombre que tiene Munch se trasladará a su obra. Una vez que abandona el naturalismo, la luminosidad es sustituida por tonos oscuros, inquietantes y sombríos. Las figuras se deforman hasta un límite desconocido en la época, todo se subordina a la expresión: el dibujo, la composición y el color. Y, aunque se mantuvo cercano al simbolismo, lo cierto es que Munch no buscará trascender a través del símbolo, sino señalar directamente a las raíces del ser, del amor –que mutará en su obra a obsesión sexual– y de la existencia, convertida aquí en muerte. La palabra se transforma en grito y el color debe definir el estado de ánimo; debe, a fin de cuentas, expresar.

Su pintura es la manifestación más evidente de los signos de la crisis por la que atravesaba Europa y que explotará definitivamente con la Primera Guerra Mundial. Su obra rompe con los valores decimonónicos y será decisiva para el nacimiento del expresionismo en Europa. Edvard Munch murió en 1944, a los ochenta años, en Oslo.

 

OBRAS MÁS DESTACADAS

La producción de Munch es extensa, resultado de una longeva carrera que se extiende a lo largo de más de sesenta años. Lo más interesante de su trayectoria lo encontraremos en la obra que produce entre finales de los años 80 del Siglo XIX y la primera década del Siglo XX.

Si tuviéramos que destacar algunos títulos, estos podrían ser Melancolía, de 1892, en la que ya vamos a ver algunos de los recursos estéticos que retomará en otras obras como Ansiedad, de 1894, o El grito, sin duda su cuadro más icónico. Existen cuatro versiones en pintura de esta última obra, realizadas entre 1893 y 1910, y una litografía. En estas obras, las figuras pierden su forma y aparecen en medio de un diálogo emocional con la naturaleza, representada con colores vivos y ondulantes, influencia de los paisajes y la luz de los fiordos.

Edvard Munch

1: El grito / 2: Pubertad / 3: Melancolía / 4: La danza de la vida / 5: Ansiedad

En otras obras, como Pubertad, óleo de 1894–95 –también hay versión en litografía y grabado–, Madonna de 1894-95 –de la que existen diversas versiones tanto al óleo como litografías–, El beso, de 1897 o Celos, de 1895, vemos la importancia que tendrán el erotismo y la sexualidad en la obra de Munch. El inexorable paso del tiempo está representado en obras como Mujer en tres etapas, de 1895, o en La danza de la vida, de 1899-1900. Los interiores asfixiantes burgueses serán también recurrentes en muchas de sus obras como La muerte en la habitación, de 1896 o El olor de la muerte, de 1895. También realizará numerosos autorretratos y retratos, como el de Nietzsche o el de Ibsen.

 

MUNCH EN LA ACTUALIDAD

La influencia de Munch sigue estando presente no solamente en la creación artística, sino también como parte de la cultura popular. Probablemente sea uno de los artistas más conocidos de la historia. Aunque su obra está dispersa en diferentes museos del mundo y colecciones particulares, el grueso se encuentra en Oslo, en la Galería Nacional, actualmente cerrada, que en 2020 estrenará nuevo edificio, y en el Museo Munch, que también estrenará edificio, diseñado por el estudio español Estudio Herreros, y que abrirá sus puertas en 2020 junto a la Ópera de Oslo.

Museo Edvard Munch

Nuevo Museo Munch diseñado por Estudio Herreros

Bergen, y en concreto el museo Kode 3, también cuenta con una importante muestra de la obra de Munch y es que fue a esta institución a la que los herederos de Rasmus Meyer donaron su importante colección de pinturas. Además de las obras en colecciones de museos, se han celebrado numerosas exposiciones sobre el artista. La más importante ha sido Edvard Munch. The Modern Eye, que tuvo lugar en 2012 en los museos Schirn Kunsthalle, de Frankfurt y en la Tate Modern, de Londres. Precisamente en esta ciudad inglesa se va a inaugurar en la primavera de 2020 una de las exposiciones más grandes de la obra gráfica de Munch: Edvard Munch Love And Angst. Los cuadros del artista noruego, además, se encuentran entre los más cotizados del mercado del arte.

Su vida ha sido documentada en películas como Edvard Munch, de 1974, dirigida por Peter Watkins, y en numerosos documentales como Let The Scream Be Heard, de 2013, dirigido por Dheeraj Akolkar, el reciente Munch i helvete, de 2018, dirigido por Stig Andersen o en el corto Between The Clock And The Bed, de Kasper Häggström, donde varios músicos hablan de la obra del pintor.

Let The Scream Be Heard – Tráiler

Su presencia en la vida cotidiana es tal que su imagen o sus obras han aparecido en sitios tan dispares como sellos de correos, los antiguos billetes de 1.000 coronas, el ala de cola de un avión e incluso haciendo un cameo –en este caso del protagonista de El grito– en un episodio de Los Simpson.

Esto es solo una pequeña muestra de la importancia que Munch ha tenido no solo para la cultura noruega sino para la cultura universal. Un nombre que con su obra única y rupturista cambió para siempre la manera en la que se pintaba, pero también la manera en la que miramos el arte.

 


Andrea Galaxina es licenciada en Historia del Arte y máster en Historia del Arte Contemporáneo y Cultura Visual por la UCM-UAM y el Museo Reina Sofía. Lleva la editorial Bombas para Desayunar desde la que investiga sobre el fanzine y la edición contracultural. Trabaja en una librería en Madrid y recientemente ha comisariado las Picnic Sessions, un festival de artes escénicas y sonoras que se celebra en el CA2M. Vivió en Noruega durante dos años en los que trabajó de guía enseñando Bergen a sus visitantes.


Este texto es parte del informe ¿Qué pasa en Noruega?