Noruega
Oslo – Foto: Nancy Bundt / Visit Norway

La sociedad noruega: entre la tradición y la innovación

La sociedad y la identidad noruega están arraigadas en un ideal igualitario. En los albores del Siglo XX empezó a forjarse el Estado del Bienestar, el conocido modelo nórdico, que culminó en los años después de la Segunda Guerra Mundial con las reformas sociales y políticas que convirtieron a Noruega en el país que es hoy en día.

En Noruega, una estructura social basada en la igualdad y la consolidación de un sistema público en materia de educación y sanidad, han creado una sociedad que proporciona una red de seguridad para sus habitantes, independientemente de la suerte que hayan tenido en la vida y de su origen familiar. Así, las políticas activas llevadas a cabo desde los años 70 en materia de igualdad entre géneros han favorecido la conciliación entre la vida profesional y la familiar.

Noruega

Cafetería en Tromsø – Foto: Christian Roth Christensen / Visit Norway

Noruega se caracteriza por el alto grado de confianza que sus habitantes tienen en el sistema político y en el buen funcionamiento de la democracia, y este es uno de los motivos por los que el país, año tras año, destaca en el índice de desarrollo humano (IDH) de la ONU. Otro dato que no se puede obviar es la renta per cápita. Desde el descubrimiento de los primeros yacimientos de petróleo en el Mar del Norte hace cincuenta años, Noruega ha experimentado una profunda transformación social y cultural. Ha pasado de ser un país paupérrimo en el extremo norte de Europa a convertirse en uno de los más prósperos del mundo, contando con un sustancioso Fondo Soberano cuya gestión responsable pretende asegurar la subsistencia de las futuras generaciones.

 

«La dicotomía entre lo urbano y lo rural ha marcado tanto la sociedad como la identidad de los noruegos a lo largo de su historia reciente. Hoy en día, el país nórdico es moderno en cuanto a la innovación tecnológica y su modelo social, pero al mismo tiempo se aferra a sus tradiciones rurales»

 

Actualmente, Noruega es uno de los principales productores y exportadores de petróleo del mundo, pero al mismo tiempo tiene la ambición de ser un país líder en el uso de energías y movilidad sostenibles. Este es el gran dilema que deben afrontar los noruegos en la actualidad. Para no fracasar en este proyecto, se deberá reducir la dependencia de los hidrocarburos. Así, se ha iniciado una «transición verde» para afrontar la era pospetróleo, ya que actualmente el desarrollado sistema de protección social depende en gran medida de la riqueza que genera el oro negro. La sostenibilidad del modelo productivo y el Estado del Bienestar peligran también por los altos costes de los salarios y el creciente porcentaje de personas que dependen de prestaciones sociales. Así mismo, es necesario implantar medidas para reducir las emisiones de CO2 y luchar contra el cambio climático.

Noruega

Oslo – Foto: Tord Baklund / Visit Oslo

Hasta bien entrado el Siglo XX, Noruega había sido un país de agricultores y pescadores en la periferia de Europa, sin una fuerte clase noble ni una sólida burguesía urbana. La dicotomía entre lo urbano y lo rural ha marcado tanto la sociedad como la identidad de los noruegos a lo largo de su historia reciente. Hoy en día, es un país moderno en cuanto a la innovación tecnológica y su modelo social, pero al mismo tiempo se aferra a sus tradiciones rurales. Ya en los años 80, el pensador alemán Hans Magnus Enzensberger escribió sobre este tema, que se podría denominar la gran paradoja noruega. En su opinión, los noruegos son pueblerinos y cosmopolitas a la vez, unas auténticas «paradojas andantes». Por un lado, son amantes de una vida simple en contacto con la naturaleza, pero al mismo tiempo son aventureros como sus antepasados vikingos, curiosos y abiertos ante las nuevas tecnologías. Enzensberger afirmaba que «Noruega es el museo folclórico más grande de Europa, y simultáneamente es un inmenso laboratorio del futuro».

Noruega

Oslo – Foto: Didrick Stenersen / Visit Oslo

No obstante, en las últimas décadas, el tejido social de Noruega ha cambiado por completo. En la actualidad, el 17,7 % de sus habitantes son de origen extranjero. En ciudades como Oslo, un tercio de los ciudadanos son de origen inmigrante. Hoy en día la definición de lo «típicamente noruego» es muy amplia y tiene muchas vertientes, pero la paradoja noruega señalada por Enzensberger sigue vigente en muchos sentidos. Noruega sigue siendo un país que oscila entre la tradición y la innovación.

Sobre Noruega
Situado en el rincón más al norte de Europa y con algo más de cinco millones de habitantes, una extensión de casi 324.000 km2 y un vasto litoral que recorre 29.750 km, Noruega es uno de los países menos poblados del mundo y una nación joven de poco más de cien años. Durante casi cuatrocientos años (1536-1814) estuvo bajo dominio danés y, posteriormente, entró en unión con Suecia hasta alcanzar su independencia en 1905. La historia nos da algunas claves para entender la sociedad actual y la idiosincrasia del pueblo noruego.

Bente Teigen Gundersen es Licenciada en Filología, Literatura y Antropología Social por la Universidad de Bergen. Máster en Estudios Latinoamericanos por la misma universidad. Estudios de doctorado (DEA) en la Universidad Complutense de Madrid donde también fue profesora de lengua y cultura noruegas de 2011 a 2018. Agregada de Prensa y Comunicación en la Embajada de Noruega en Madrid y Asesora de Comunicación en DIKU, agencia del gobierno noruego para la internacionalización de la educación superior. Traductora literaria de más de treinta libros y colaboradora en proyectos audiovisuales.


Este texto es parte del informe ¿Qué pasa en Noruega?